Siempre presumíamos los canarios de poder dormir a la intemperie sin que nada nos ocurriera dada la ausencia de alimañas en los montes canarios. La reciente costumbre de las mascotas exóticas parece que va a acabar con semejante lujo, pues, según leo, cada vez es más frecuente la aparición de serpientes en el medio natural grancanario. Ya traté este asunto en mi anterior blog, donde mostraba mi perplejidad ante semejantes plagas a la vez que me alegraba de la erradicación de otras. Ahora anda el Cabildo de Gran Canaria explorando la posibilidad de importar – ¡ah, importar, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!- trampas para serpientes desde Guam, otra isla que también ha tenido unas cuantas plagas a lo largo de su historia, ya ustedes ven. Yo, puesto a aportar ideas, soy más de la opción irlandesa: llamar a San Patricio para que expulse a las serpientes de la isla de una vez. No por devoción, sino por pasarme los siguientes veinte siglos de juerga cuando llega el 17 de marzo.