Los acontecimientos se suceden con inusitada rapidez, que dirían los periodistas tirando de tópicos. Al acuerdo presupuestario entre Coalición y PSOE, que ya se veía venir, se le suma una crisis de gobierno, que también se veía venir. Bueno, más exactamente hablamos de una ruptura del pacto que sustentaba al Gobierno canario, cosa bien diferente. De fondo, el asunto de las aguas canarias, que incrementa nuestro territorio de unos 7.000 km cuadrados hasta los 42.000, seis veces más. Es fácil ver las implicaciones presupuestarias que esto tendrá en las relaciones entre ambos países. No es tan fácil de ver, aunque sí de suponer, la relación de todo esto con el asunto petrolero, que es ahora mismo objeto de debate en las filas de Coalición. También de fondo, el acuerdo del PSOE en no tocar el asunto de la Ley Electoral o, al menos, que la reforma de ésta no se convierta en un obstáculo para la Reforma del Estatuto. Los socialistas también son beneficiados del injusto sistema electoral actual y sólo un ingenuo podía pensar que se pondrían a la cabeza de su reforma. No por mucho tiempo, al menos. Llama la atención cómo el Presidente Rivero presenta el lote de competencias asumidas tras el apoyo dado al maltrecho Gobierno español: «como los catalanes», «como los vascos»,… Se le nota el complejo de inferioridad de tantos canarios, también los nacionalistas. ¿ A qué viene compararse? Nosotros no somos como esos territorios continentales europeos. Somos un archipiélago situado en África, con fuertes lazos con Europa y América de todo tipo. Afianzarnos en esa situación geográfica, pero sobre todo psicológica, mental, debe ser el primer paso para todo lo demás. ¿Cómo hacerlo al revés? De asuntos como éste debemos ocuparnos quiénes no nos contentamos con este juego de dos sillas y tres jugadores en que se ha convertido la política canaria.