
Este artículo lo publica
Intérprete de conferencias en las instituciones europeas. Licenciado en traducción e interpretación por la ULPGC; estudios de posgrado en filología finougria y Máster europeo en interpretación por la Universidad de Turku, Finlandia. Iván Vega Mendoza (Iván Suomi) nació en Gran Canaria y se crió entre el barrio capitalino de La Isleta y el pueblo de Las Lagunetas, en el municipio de San Mateo. Ha estudiado y residido en varios países europeos, con estancias más o menos largas en Finlandia, Alemania y Bélgica. Interesado en todo lo que conforma la visión e interpretación canaria del mundo y apasionado de las actividades en naturaleza. De esos que no destacan en la parranda, pero que siempre están.
Hoy al mediodía escuché a Angela Merkel decir que Alemania y Europa no pueden hacer como que la catástrofe nuclear de Japón no va con ellos, y que Alemania suspende su reciente decisión de alargar la vida de las centrales y revisará la seguridad de sus 17 plantas. Suiza suspende las licencias para construir nuevas centrales y comprueba la seguridad de las que ya tiene, mientras Austria pide una prueba de resistencia de las centrales europeas. Mañana se reúnen los ministros de energía de la UE con expertos y directores de plantas nucleares para tratar la cuestión de la seguridad. Uno se pregunta si era necesario esperar a que se diera una catástrofe como la de Japón para que estos señores tan sesudos se plantearan los riesgos de la energía nuclear en caso de desastre natural, o si hasta ahora ha primado la seguridad (frente a rentabilidad, por ejemplo) en las decisiones sobre nucleares, o si España tomará ejemplo de Alemania.
Hoy por la mañana escuché a Benicio Alonso en El Correíllo. Le preguntaron sobre su reciente propuesta de montar centrales nucleares en Canarias, a la luz de la alarma nuclear japonesa. El hombre se salió por la tangente, orilló el asunto que en tan mal lugar lo deja y se agarró a otra panacea energética, según él tan necesaria para Canarias: las plantas regasificadoras. Casualmente, también le entraban las prisas gasísticas estos días al presidente Paulino Rivero, que en esto coincide con otras personalidades de nuestra política.
Conque mientras medio mundo se replantea la idoneidad y seguridad de instalaciones energéticas peligrosas frente a desastres naturales incontrolables, en Canarias, territorio volcánico, nuestras lumbreras pisan el acelerador precisamente en dirección contraria. El gas licuado no es radiactivo, pero es volátil y difícil de manipular, un accidente tendría consecuencias devastadoras, que no cuesta imaginar en Canarias, con polígonos industriales junto a las hipotéticas regasificadoras y núcleos de población que estarían a escasos kilómetros de distancia.
Otros han explicado mejor que yo la trama de intereses que subyace a este emperramiento por el gas, hasta el punto de relegar la seguridad de miles de familias a un segundo plano. Con este trasfondo, resulta tragicómica la declaración de Rivero de que “el Gobierno tiene el mandato de cumplir el Pecan”. El mismo Pecan que lo obliga a alcanzar un 30% de generación eléctrica mediante renovables en 2015. De momento vamos por el 4%, y quedan 4 añitos de nada. Se ve que ahí no hay tantos escrúpulos. Guárdeme una cría de esa echadura.
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Intérprete de conferencias en las instituciones europeas. Licenciado en traducción e interpretación por la ULPGC; estudios de posgrado en filología finougria y Máster europeo en interpretación por la Universidad de Turku, Finlandia. Iván Vega Mendoza (Iván Suomi) nació en Gran Canaria y se crió entre el barrio capitalino de La Isleta y el pueblo de Las Lagunetas, en el municipio de San Mateo. Ha estudiado y residido en varios países europeos, con estancias más o menos largas en Finlandia, Alemania y Bélgica. Interesado en todo lo que conforma la visión e interpretación canaria del mundo y apasionado de las actividades en naturaleza. De esos que no destacan en la parranda, pero que siempre están.
“¿Por qué será que todos estos términos: contaminación, medio ambiente, ecología, etc, de pronto se han transformado en términos de actualidad? (…) ¿Será un entusiasmo pasajero e inesperado, una estúpida moda o tal vez una repentina falta de entusiasmo?”
Esto lo decía E. F. Schumacher en el texto “Small is Beautiful” en 1973, el año de la primera crisis del petróleo. Unas preguntas muy actuales y muy pertinentes si las aplicamos a la esfera nuclear con motivo del terremoto de Japón. El lobby nuclear y en general el lobby energético goza de my buena salud. Si a eso le añadimos la connivencia de unos políticos obsoletos en precampaña (incluida la Señora Merkel) tenemos un cóctel suficiente para que no cambie el uso de combustibles fósiles en la generación de energía. Me parece que solo una catástrofe o una subida brutal del precio del petróleo obligará a cambiar.
http://eloikos.blogspot.com/
Coincido bastante con tu reflexión, El Oikos. Las energéticas no tienen intención de abandonar su negocio millonario, ni siquiera se avienen a transformarlo, mientras no sean ellos los que pongan las condiciones. Sólo lo harán si se ven presionadas, esa presión sólo puede venir de la gente de a pie, y la gente de a pie sólo ejercerá presión frente a situaciones insostenibles como catástrofes o precios impagables.
Cuántas veces habré oído decir que las renovables sólo son rentables por estar masivamente subvencionadas, cuando lo cierto es que el carbón y el petróleo tienen 5 veces más subvenciones. Ahora, además, nos vamos enterando de que también la energía nuclear, que se suponía tan rentable e insustituible, recibe ayudas públicas millonarias. O de que el estado y la industria torpedean el desarrollo de renovables.
Libre mercado de la competencia, lo llaman.