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Nací en Santa Cruz de Tenerife aunque disfruté de mi infancia en la Finca La Pasada, Barranco Hondo. Es allí, en aquel territorio libre donde aprendí a ser. Recuerdo escribir mis primeros relatos junto a mi padre cuando era chica, en una biblioteca repleta de libros y de cosas de nuestros guanches. Era un lugar mágico situado justo en el centro de todos los árboles frutales. Estudié pedagogía aunque lo que quería de verdad era ser escritora. Aprendí mucho en la universidad de todos aquellos elementos que la componían, lucha social, diversión y libros. Tras la universidad he tratado de cultivar siempre ese lado que me hace ser yo, colaborando en diferentes medios de comunicación del archipiélago como articulista de opinión, realizando crónicas culturales, entrevistas... En mis relatos procuro ofrecer mi acento isleño, mis vivencias y el modo que tengo de ver la realidad.
Me llamo Antonia y nací en La Perdoma, La Orotava. Siempre hice de todo, cuidar los animales, limpiar el gallinero, sembrar papas y recogerlas, cortar manojos y juntarlos con cintas para después venderlos. En casa también trabajo, hago calderos grandes de carne con papas y potaje para toda la familia. Hoy tengo 61 años y estoy destrozadita, no puedo ni levantar peso.
La trabajadora social no me da esperanza, no me pertenece nada porque nunca he cotizado y mi marido tiene pensión. Él es el que ha llevado todos los papeles y a mí nunca me incluyó. Cuando me preguntan por mi profesión la respuesta siempre ha sido la misma “ama de casa”. Pero es mentira.
Yo soy agricultora no reconocida, mis manos secas y mi piel tiznada lo dicen todo.
Yo soy agricultora que ya no tiene fuerzas para trabajar pero no puedo optar a una invalidez.
Yo soy agricultora hoy pero mañana no tendré opciones y no me queda más remedio que seguir haciendo manojos, seguir cultivando para tener aunque sea algo.
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Nací en Santa Cruz de Tenerife aunque disfruté de mi infancia en la Finca La Pasada, Barranco Hondo. Es allí, en aquel territorio libre donde aprendí a ser. Recuerdo escribir mis primeros relatos junto a mi padre cuando era chica, en una biblioteca repleta de libros y de cosas de nuestros guanches. Era un lugar mágico situado justo en el centro de todos los árboles frutales. Estudié pedagogía aunque lo que quería de verdad era ser escritora. Aprendí mucho en la universidad de todos aquellos elementos que la componían, lucha social, diversión y libros. Tras la universidad he tratado de cultivar siempre ese lado que me hace ser yo, colaborando en diferentes medios de comunicación del archipiélago como articulista de opinión, realizando crónicas culturales, entrevistas... En mis relatos procuro ofrecer mi acento isleño, mis vivencias y el modo que tengo de ver la realidad.