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Agustín Bethencourt (Tenesor Rodríguez Martel) nace en Gran Canaria en 1972. Estudios de lengua y cultura rusas en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria . Vive en Moscú de 2002 a 2007. Tras 8 años viviendo en Bruselas, en 2016 se muda a Viena, desde donde sigue muy de cerca la realidad de Europa Central y Oriental. Miembro fundador de la revista Tamaimos y de la Fundación Tamaimos.
Corría el año 2001. Acabábamos de terminar el programa cultural Calibania, que José Yeray Rodríguez y un servidor presentábamos en Onda Isleña. Sonó el teléfono y, aunque estábamos a punto de abandonar la emisora, lo cogí. Lo que oí al otro lado me hizo, primero sentarme, y luego acomodarme en la silla: aquello iba para largo. “¡Hola!, ¿tú presentas Calibania, verdad?”. Quien estaba al otro lado del teléfono era un padre preocupado por la educación de su hijo. En el colegio donde estudiaba le enseñanban el léxico y la pronunciación castellanas, y aquel padre no sabía qué hacer para cambiar la situación. Quería que a su hijo le enseñaran que el habla canaria -la que empleaba en casa y en todos lados, menos cuando leía en clase ante su profesor-, era una variante de habla digna, respetable y utilizable en cualquier situación, por formal que fuera. Yo, que era entonces un pibe que todavía estudiaba en la universidad y que no sabía ni de relance lo que era ser padre, me limité a hacerle algunas recomendaciones generales. “Hable usted con el profesor, en tono constructivo, etc.”. Ahora que soy padre, veo claro que el miedo a un enfrentamiento con el docente que repercutiera negativamente en su hijo estaba muy presente. Y es que el tema del habla, es delicado para mucha gente en nuestro país.
Me viene esto a la mente tras haber leído un titular en la prensa isleña que dice que “La RAE promoverá en las islas el español correcto“. Como el cuerpo de la noticia no aclara mucho, puestos a soñar me puedo imaginar que van a promocionar el habla canaria, con nuestro léxico y nuestras particularidades, al tiempo que harán recomendaciones de carácter general aplicables a todas las variedades de nuestro idioma. Pero, la verdad, me huelo que los tiros van por otro lado.
Da la casualidad de que estos días me acabo de terminar un libro del profesor Marcial Morera, que con el título de “El Habla” explica de manera magistral cuáles son las particularidades del español canario. Y entre sus líneas hay algunas reflexiones dedicadas a la Real Academia Española de la Lengua. Veamos qué dice:
El profesor Morera habla de “fines puristas” y esto ya nos pone sobre aviso. Pero es que además se refiere a “insidiosos prejuicios”. ¿Pero entonces la RAE no es una institución científica guiada por la objetividad y el desinterés? Para no extenderme en demasía, los remito a este excelente artículo de Iván Suomi sobre el tema.
Como les decía, el titular de prensa me trajo a la memoria la conversación de hace casi dos décadas en la redacción de Onda Isleña, comandada por el histórico periodista Segundo Almeida. Y me pregunto, ¿qué más le podía haber dicho yo a aquel padre para ayudarlo? Dicen que la experiencia es un grado. Y también, que somos lo que leemos. Veamos qué sigue diciendo Morera al respecto:
Pero, entonces, ¿tenía razones para la preocupación el atribulado padre? ¿Debían enseñarle a su hijo la variedad canaria en la escuela?
Coincido con el profesor Morera, -ahora como padre- en que al niño hay que enseñarle su lengua materna y su variedad de habla en la escuela. De ese modo, se le abre el mundo desde lo más próximo hacia lo más lejano, desde lo más concreto hacia lo más abstracto, desde lo conocido hacia lo desconocido. En este sentido, en Canarias tenemos un problema; hoy (como hace veinte años), una desorientación generalizada: maestros que obligan a sus alumnos a seguir la pronunciación castellana al leer un texto, que se mofan de las palabras que los niños traen de casa, y un largo etcétera.
¿Qué propone el profesor Morera como vías de solución? En su obra de divulgación aborda el papel de los medios de comunicación, de la escuela y de la Academia Canaria de la Lengua en la labor de orientación a madres, padres, alumnos y hablantes, en general:
Efectivamente, la ACL puede desempeñar en este sentido un papel fundamental. Para ello, debería desprenderse de la imagen a veces excesivamente académica que presenta en los medios de comunicación y, además de seguir acudiendo a los centros escolares, mostrarse más proactiva en la defensa del habla canaria, con argumentos y herramientas que superen ampliamente lo estrictamente académico.
De este modo, la ACL, junto con maestros y profesores concienciados, AMPAS activas y cooperación desde el mundo editorial y de la comunicación, podrá seguir contribuyendo -y de manera más efectiva- a que “los asesinos de palabras” y los “soberbios monopolistas de las muerte” no se salgan con la suya.
Eso sí, de una cosa podemos estar seguros: ahora, a pesar de la difícil situación por la que atraviesa nuestra cultura, tanto un padre preocupado como un joven militante universitario, cuentan con herramientas de reflexión como esta obra de Marcial Morera. Cimientos sólidos para reconstruir la casa.
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Agustín Bethencourt (Tenesor Rodríguez Martel) nace en Gran Canaria en 1972. Estudios de lengua y cultura rusas en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria . Vive en Moscú de 2002 a 2007. Tras 8 años viviendo en Bruselas, en 2016 se muda a Viena, desde donde sigue muy de cerca la realidad de Europa Central y Oriental. Miembro fundador de la revista Tamaimos y de la Fundación Tamaimos.
Qué artículo ran enriquecedor. Gracias por compartirlo con todos nosotros, de corazón.