¿Qué tipo de información está consumiendo nuestra gente? ¿Por qué calan ciertos discursos que nadie hubiera esperado hace apenas unos meses? ¿Por qué motivo salen a la calle pibes millenials, pobres, de barrio, que nunca se habían manifestado por nada en su vida? ¿Quién está generando el odio en Canarias? Muchas preguntas y muy pocas respuestas certeras. En anteriores columnas ya he mostrado mi profunda preocupación por la situación en Canarias derivada de la crisis migratoria. Pero no solo. El negacionismo ante la evidencia de la pandemia por la COVID-19, la búsqueda de enemigos entre iguales, el machismo renacido o la falta de pensamiento crítico en general está calando con un impacto sin igual en la sociedad de la segunda década del siglo XXI. «Lo mismo un burro que un gran profesor», dice el tango.
El primer punto que creo importante señalar es una obviedad, que la comunicación ha cambiado. Pocas son las personas que se sientan delante del televisor a ver el telediario, poca gente activa la radio para escuchar información y menos gente lee periódicos, al menos en papel. Vivimos la revolución de lo transmedia, del acceso a un mundo infinito de información en una pantalla de cinco pulgadas. ¿Por qué medios se informa la población en Canarias entre 20 y 40 años? Descartando la lectura del periódico en papel en la mayoría de los casos, podemos declarar también fuera de onda la televisión, una reliquia que sigue activa, al menos en la emisión diaria y reglada en horario, a la población de más 60 años me atrevería a decir.
Sin datos estadísticos (animo a que alguien inicie una investigación científica en ese sentido) la gente joven consume información a través de las redes sociales y la mensajería instantánea. Justamente el espacio de la posverdad, de los bots, de las medias verdades y de las manipulaciones veladas. Ante de leer a Maldita y las 33 manipulaciones en relación a la crisis migratoria, me había encontrado varios vídeos de la misma mujer denunciando diferentes agresiones de inmigrantes. Primero fue a su hermana, después a su hijo y después a su padre. Cambiaba de apariencia y siempre comparecía igual, compungida pero con lenguaje decidido, como son la mayoría de las basuras de vídeos que encontramos y que denuncian situaciones que, en muchos casos, ni siquiera son reales. Siempre tienen una estética similar, si no abran Tik Tok y observen las toneladas de basura que allí se encuentran (que me perdone Enrique Reina, de los pocos con afán constructivo).
Obviamente denuncié a la susodicha red social (no era Tik Tok en este caso) la treta de esta señora. Al igual que ya denuncié en la plataforma de vídeo, dicho sea de paso, la horrorosa canción de un raperillo de poca monta que se sumó a la cama racista… digo, al carro racista. Pero fíjense, hay que denunciar y estar prevenidos, pero pónganse en la piel de un pibe de esos deprimidos barrios palmenses. Jodido, sin trabajo, sin futuro, sin fiestas por la pandemia y buscando culpables. ¿Señalamos al de arriba? Batalla perdida. Es más cómodo señalar hacia abajo, al migrante pobre. Los especialistas en comunicación indican que una persona se va a creer, generalmente, lo que coincide con el fondo de su pensamiento o lo que confirma su opinión. La otra posibilidad es que esté desprevenido, pero son más los que se engloban el primer grupo.
Y en todo este conglomerado, ¿cuál es el papel de los medios de comunicación? Reconozco que rehúyo del papel paternalista de que los medios de comunicación deben ser el filtro único, más que nada porque las empresas periodísticas tienen muchos intereses inconfesables o no. Además, me niego a engrosar el grupo de bisoños periodistas que, con una presunta apariencia de neutralidad, guardan intereses ocultos o cambios de nido al que más calienta. Lo he dicho muchas veces aquí, la neutralidad no existe, como mucho la objetividad, pero siempre la información está mediada y tratada por un ser humano que habla de su propia sociedad y que expone desde sus propios preceptos.
Los medios de comunicación tienen problemas de fondo muy graves. La dificultad para hacer rentables sus modelos de negocio, el cambio de paradigma en la comunicación, ¿cómo se explica ahora que lo que era gratis en Internet ahora es de pago? o la propia falta de credibilidad porque, siendo sensatos, hemos visto y oído muchas manipulaciones veladas por intereses empresariales. En vez de cambiar el paradigma, ofrecer información de calidad y una diferencia en fondo y forma con la comunicación atropellada, viral y amateur de los nuevos medios sociales, me temo que en muchos casos se ha tomado lo malo: la búsqueda de la viralidad, el clickbait o la irresponsabilidad a la hora de comunicar. Solo un detalle de cómo han cambiado las cosas: antes los medios sociales se hacían eco de lo que informaban los medios de comunicación. Ahora son los medios de comunicación los que son altavoz de las tendencias en redes. Y esa es la cruda y dura realidad.
Con una profesión en ruinas, lastrada además por las dificultades que representan las restricciones de movilidad para su labor, ¿cómo se han comportado los medios de comunicación tradicionales con la crisis migratoria en Canarias? Solo dos ejemplos. Un pibe marroquí recibe una brutal paliza en Zárate (Las Palmas de Gran Canaria). En el vídeo solo se ve ese momento y no hay más datos de lo contrario. ¿Cuál es el titular? Brutal pelea en Zárate con un inmigrante implicado. El segundo caso. Una mujer denuncia una agresión de dos magrebíes. La foto del artículo son inmigrantes caminando cerca de la carretera, como si eso fuera constitutivo de delito. El texto solo recoge la versión de la denuncia de la señora. ¿Qué pasa días después? Pues que, presuntamente según la investigación de la Guardia Civil, las lesiones no casan con una agresión sino con una caída fortituita.
Ante esta situación, presumo que poca sensatez y poca brecha han abierto los medios de comunicación más seguidos en Canarias. Ergo están siendo corresponsables de un problema social grave, el del odio y la xenofobia. Es más difícil tomar el camino contrario, convencer desde abajo, con lenguaje crítico y usando datos. Primero que nada porque saben que la verdad no seduce. Esta semana Augusto Hidalgo denunciaba en una intervención que se insultara a menores de edad por su raza y afirmaba rotundamente que no ha aumentado la criminalidad en la ciudad. Los hooligans de las redes demostraron que no querían la verdad sino confirmar sus principios y se dedicaron a insultarlo. Si hubiera una brecha informativa clara de orillamiento de estas ideas, de fomentar el discurso crítico y usar los datos, los racistas serían cada vez menos. Esto está alimentado por corrientes y se quedaría solo el racista convencido predicando en el desierto su basura de argumentos o reventando conversaciones normales con su verborrea. Tengo la percepción de que a alguien le está interesando todo esto…