Un partido de amplio espectro
Es en ese espacio de amplia base popular donde debe ubicarse el nacionalismo canario en la nueva etapa frente a escoramientos unilaterales que sólo conducen al aislamiento.
Es en ese espacio de amplia base popular donde debe ubicarse el nacionalismo canario en la nueva etapa frente a escoramientos unilaterales que sólo conducen al aislamiento.
No es de recibo presentarse ante el electorado nuevamente repitiendo el mantra de la Agenda Canaria si cuando tuviste oportunidad, no hiciste gran cosa por sacarla adelante.
¿Cómo se puede garantizar que ambas fuerzas hubieran obtenido X votos de haber concurrido juntas en abril? ¿Qué número de votos hubiera obtenido Nueva Canarias, por ejemplo, de haber ido en solitario en noviembre? ¿Y apostando por la fallida Operación Errejón?
El programa representa, a mi juicio, con bastante exactitud el equilibrio político-ideológico y la alianza del centro liberal y progresista que encarnan ambas fuerzas en su conjunto y también cada una en sí misma.
Desaprovechar el enorme caudal de conocimientos y experiencias de la generación que entró en política en la década de los 70 del siglo pasado y anda próxima a cumplir sus bodas de oro en estas lides, es un lujo que no nos podemos permitir.
Que todo lo que afecta a Canarias se decida exclusivamente en Canarias por aquellos que vivimos en Canarias. Aquí vivimos, aquí decidimos.
Personalmente, preferiría que Coalición y Nueva Canarias no se enfrentaran en la provincia de Las Palmas pero quizás lo que toca ahora es despejar la incógnita y ya se verá en 2023 qué pasa.
Los esfuerzos de algunos dirigentes de CC por presentarse como “ni de derechas ni de izquierdas” chocan de frente con la realidad de una sociedad moderna y compleja como la canaria, en la que no todos los conflictos tienen que ver exclusivamente con la dialéctica Canarias – Estado.
Demasiadas veces ha olvidado Coalición Canaria que el autogobierno debe legitimarse con una gestión eficiente, impecable; que ésta debe ser vista por los ciudadanos como uno de los motivos más claros y evidentes a la hora de apoyar a nuestras instituciones, nuestro modo de vida, nuestro particular proceso constituyente: apoyamos el autogobierno, entre otras cosas, porque nos hace vivir mejor.
La sociedad canaria ha cambiado muchísimo y en no pocos aspectos a mejor. Sin embargo, en demasiadas ocasiones se deja sentir esa tendencia a hacernos la guerra a nosotros mismos, olvidándonos de la necesidad de que un país pequeño no desperdicie ninguna oportunidad para la defensa de sus intereses allá donde sea necesario que se le escuche.
Si la palabra “izquierda” es un impedimento para entenderse y trabar alianzas con sectores más amplios de la sociedad, habrá que convenir en que la metáfora podrá existir pero muy útil no es.
En el discurso de algunas personas pareciera que Nueva Canarias es el Frente Sandinista y Coalición Canaria el Partido Republicano estadounidense. Ni tanto ni tan poco.
Me encuentro con frecuencia la invocación a una supuesta superioridad moral derivada del hecho de que las izquierdas sólo puedan pactar con el PSOE, lo cual, en la práctica significa que es ese partido precisamente el que marca no sólo su propia política de alianzas sino también la de las izquierdas ésas de las que usted me habla.
Nada parece quedar de la Coalición Canaria que ocupaba la centralidad del tablero, que no es igual al centro político, que podía pactar tanto a su derecha como a su izquierda, entre otras cosas porque contaba con un ala izquierda y que no generaba los niveles de animadversión tan profundos que parece generar no sólo en otras fuerzas políticas sino en amplios sectores de la sociedad canaria.
Perder perfil reivindicativo no tiene sino como resultado final el empeoramiento de la calidad de vida de la ciudadanía canaria y eso debe ser asumido por nuestros políticos nacionalistas.
Aunque le pese a muchos comentaristas, articulistas, tertulianos,… el nacionalismo canario existe. Pretender equiparar el mapa electoral canario con el de La Rioja o el de Ceuta forma parte del mundo de fantasía en el que a algunos les gustaría habitar.
¿Cómo votar a presidente del Gobierno a quien se refugia en su isla y no es capaz de pedir el voto cara a cara a toda la ciudadanía canaria en todas las islas?
Era una virtud recomendable para toda la ciudadanía pero, especialmente, para los servidores públicos, que debían transmitir ejemplaridad y un mensaje de confianza y respeto a quienes los tenían por regidores transitorios de su destino.
Prácticamente todos los marcos ideológicos heredados del siglo XIX -pienso especial, aunque no exclusivamente, en la izquierda y en el nacionalismo- corren el riesgo de terminar por convertirse en auténticas prisiones para la autocomplacencia, donde los dogmas priman sobre los valores, los militantes sobre los ciudadanos y las siglas sobre la sociedad.
Mira uno a todos lados y no ve sino señas de Reconquista, genio español, casta, raza y tronío. Se nota que el nacionalismo español es transversal hasta decir basta.
El sucursalismo, centralismo o nacionalismo español puede estar muy satisfecho. ¡Qué grandes ventajas esperan a la sociedad canaria siendo representada exclusivamente por diputados y senadores de PSOE, PP, etc. durante cuatro largos años en el Congreso y el Senado!
Sucede además que en Canarias contamos con el problema añadido de que el nacionalismo canario realmente existente, no ha pasado de ser un regionalismo poco amigo de levantar la voz, por mucho que sobreactúe Ana Oramas. No ha cuestionado jamás el actual status quo y cuando otros lo han hecho, se ha situado en la defensa del mismo o en una no muy diferente calculada ambigüedad.
A Somos Lanzarote se le presenta ahora una encrucijada. En un panorama político tan complejo, que un partido pequeño sobreviva, por muy bien que lo haya hecho, ya es todo un reto, no digamos aspirar a que crezca. En el 2015 no tuvieron miedo, fueron asertivos y no corrieron a entregarse a la marca de moda, como sí hicieron otros.
Cree el canario descentrado, desubicado, que organizar unas campanadas de Fin de Año en Madrid es el colmo del buen gusto, la originalidad y hasta que, aunque sólo sea por unos minutos, juega en la primera división de las cosas absolutamente intrascendentes.
Urge una estrategia canaria que suponga un dique de contención real frente al bloque filofascista, que lo detenga de verdad y no que se quede en el tan emotivo como poco efectivo “No pasarán” mientras el enemigo pasa y se queda otros cuarenta años.