Por Josemi Martín
La Playa
La Playa -así, en mayúsculas, solemos escribirlo los palmenses- amanece gris y somnolienta. La panza de burro amenaza con caer sobre ella y todos nosotros hasta que lentamente, allá por el mediodía, ésta, en eterno ritual, acaba por alejarse dando paso a celajes limpios, casi cristalinos. Hasta ese momento, la arena sólo conoce la presencia …