“Las acusaciones no hacía falta demostrarlas, solo bastaba con simples denuncias y ya podía constar en el expediente judicial de la persona susodicha, la calificación de ‘pederasta pasivo’, denominación que servía de acusación a homosexuales y transexuales. En medio, violaciones de los policías a homosexuales y transexuales, golpes, palizas, trabajos forzados o hasta terapias de shock para curar la homosexualidad. Aberraciones de las más variadas que nos podamos imaginar a personas que simplemente amaban diferente al ideal heteronormativo del nacional-catolicismo. Eso que hoy todavía algunos llaman “defensa de la familia” y que esconde una tiranía en cuanto a modos de vida, con ondas raíces católicas e intolerantes”