Échese una agüita
Cuando miramos nuestro entorno, más allá de las fronteras de lo urbanizado, solemos ver terrenos yermos y baldíos. No tenemos costumbre por lo general de observar algo más de lo que se ve a simple vista, tierras que en su día fueron de cultivo y bancales desfigurados por el paso del tiempo. Un suelo cubierto por una suerte de vegetación autóctona, compuesta por cardones, tabaibas, cardoncillos, balos, verodes, cornicales, etc., que a ojos de cualquiera no son más que hierbajos y chamizos, pero que a ojos de otras personas son un conjunto de inmensa riqueza vegetal. Y éste es justamente el punto al que quería llegar, la tendencia a infravalorar lo local, una tendencia que puede afectar hasta a la más ínfima de las plantas, aquí nadie se escapa