Por Iván Suomi
Inocencia y normalidad
La niña las vio nada más doblar la esquina. No les quitaba ojo y se las venía señalando al padre con el dedo desde allá abajo, según subían la calle. Cuando llegaron a nuestra altura la niña se nos quedó mirando, sin atreverse a decir nada. No hacía falta. Estaba claro qué la atraía tanto. …